29/07/2019 -  3 minutos de lectura Por María Fernández

Las marcas llevan ya años implantando en sus políticas y estrategias, lo que se ha conocido como Responsabilidad Social Corporativa, (RSC). Principalmente porque se consigue una sustancial mejora de la imagen de marca, garantizando una buena publicidad. 

Pero ahora, las marcas deben ir más allá: ha llegado la era del activismo de marca o brand activism. Una manera clara de diferenciar la marca por medio de una preocupación genuina con respecto a los problemas de la sociedad y los consumidores.

Feminismo y diversidad de género: ¿Deben las marcas “subirse” a estas luchas sociales?

El activismo de marca se basa en el compromiso, actitud, apoyo y en la defensa de las causas sociales. Como dice el experto en marketing Philip Kotler, “las marcas son instituciones poderosas, tienen que implicarse, no solo adoptar una posición”.

Las marcas ya no sólo deben hacer buenos actos por la sociedad, sino que su implicación debe ser mucho más estrecha y deben ser capaces de manifestarse e incluso posicionarse en aspectos sociales controvertidos. 

Los consumidores necesitan ser escuchados

Este concepto, ha sido impulsado por los millennials, quienes ya no están dispuestos a seguir al margen de las temáticas que les preocupan. Ahora ponen ellos las reglas del juego, marcando las tendencias de consumo. 

Debido a este comportamiento, es importante que su marca de confianza se preocupe por los mismos temas que ellos, puesto que necesitan sentirse identificados con los valores por los que apuesta la empresa; en definitiva, construir una relación emocional entre el consumidor y la empresa. 

Esta tendencia no sólo impacta en los consumidores, sino que también en los empleados, los cuales se sienten más motivados al ser incluídos en la solución de sus preocupaciones. 

Trabajar en una empresa que se preocupa de temas que ayudan a mejorar el mundo, en definitiva desafíos sociales, hace que aumente la motivación, y la satisfacción de sus empleados, así como el sentimiento de pertenencia. En otras palabras, aparte de mejorar su imagen, mostrando su lado más humano, se aumenta la productividad de la compañía.

En este sentido cabe mencionar el caso de la compañía Ikea, donde la sostenibilidad en el día a día no debe ser un lujo, es un estilo de vida. Por eso crearon el movimiento Sustainable Living en el que, en vez de diseñar productos, diseñan formas de vivir sostenibles.

La humanización de las marcas

Estamos en un momento en el que la comunicación digital ofrece una amplia visibilidad a temas como la salud, el medio ambiente, productos ecosostenibles y varias causas y problemáticas sociales.

Este es un material indispensable para hacer un marketing más humano, que trascienda su misión de vender, utilizando el poder de influencia que tienen las marcas para impulsar el bien común. 

Un ejemplo vanguardista que destacaría es “The Body Shop”, marca fundada en 1976 con base en valores claros y una filosofía firme: vender productos cosméticos que respeten los derechos de los animales, derechos civiles, comercio justo y medio ambiente.

Muchos fueron los que aprobaron su visión, y desde entonces, la marca ha apoyado estas causas, tanto en su producción, como integrándolas en su comunicación de forma activa. 

El compromiso de las marcas, no sólo es una cuestión de reputación, sino también de resultados de negocio, impactados de forma exponencial, por la decisión de compra de los consumidores.